Entre los modales que enseñamos cuando nuestros hijos son pequeños, está el dar las gracias siempre. Sin embargo, esta gratitud de la que hoy te escribo, va más allá de la simple cortesía; queremos que nuestros hijos no den por sentado las cosas y que realmente valoren cada detalle de sus vidas.

Ser agradecidos con Dios y con la vida, nos permite vivir en alegría y llenos de esperanza, sabiendo de que siempre habrá un nuevo amanecer y comienzo. La gratitud por el momento presente, por lo que vivimos hoy, nos permite centrarnos en el aquí y el ahora, sin tener tanta ansiedad por el futuro. Nos invita a vivir de manera plena y presente.

Si como padres aprendemos a vivir de esa forma, sonriendo, transmitiendo alegría y dejando de lado las preocupaciones diarias, lograríamos que nuestros hijos sean felices y aprendan el camino de vivir en gratitud desde pequeños.

Como influimos los padres en la Gratitud de los niños.

Ser agradecidos como padres es fundamental para que nuestros hijos también lo sean. La gratitud se refleja en una actitud de alegría y humildad, y los niños aprenden mucho más de lo que ven que de lo que les decimos.

Mi hijo no siempre esta feliz, muchas veces se llena de rabia, frustración porque muchas cosas no salen como quiere o no obtiene las cosas de inmediato; Sin embargo, siempre que le pregunto si es feliz, contesta con un rotundo “SI”, no lo duda, ni saca excusas como lo hacemos nosotros los adultos…. “Soy feliz, pero me falta esto” o “me pasa lo otro”…. ¡Los niños viven en alegría constante y natural!

Los niños tienen una capacidad de olvidar lo negativo.

Los niños, tienen una habilidad especial para olvidar lo negativo, los adultos, en cambio, vivimos inmersos en la rutina, en las preocupaciones, en la economía, en los que hay que hacer mañana en el trabajo, y si algo negativo pasa, podemos durar un día entero en olvidarlo, permitimos que eso nos robe la energía del presente, olvidamos nuestro niño interior, olvidamos la alegría innata que reside en nosotros, y es crucial no perder de vista ese niño que siempre está dentro de nosotros.

Soltar el control y confiar en Dios

Cuando no podemos controlar lo que sucede a nuestro alrededor, puede ser aterrador, aquí me gustaría hacer un paréntesis, soltar el control es una lección que a mí me costó mucho aprender. Sin embargo, soltar el control ha sido clave para recordar la importancia de confiar en Dios. Si confío en Él, vivo en gratitud y en el presente.

Los adultos viven pensando en el futuro, esto crea ansiedad constante, la ansiedad crea estrés, y el estrés nos enferma y simplemente no nos deja vivir en gratitud. Y esto se lo transmitimos a nuestros pequeños en casa.

Esto va robando nuestra propia energía, y es la que le transmitimos a nuestros pequeños. Ven a sus padres agobiados por los problemas económicos, discusiones en casa, gritos, etc.… y ellos van creciendo con esta actitud.

Aprender de la gratitud de los niños.

Es curioso, como en mi deseo de enseñarle a mi hijo a vivir en gratitud, es él quien me enseña a mi hacerlo todos los días.  Vive con alegría, con energía, entusiasmo por las sorpresas, juega, descansa, se permite hasta disfrutar de un plato de comida sin afán. ¿Cuánto tiempo pasamos los adultos comiendo, cinco o diez minutos? Los niños, en cambio, se toman su tiempo para disfrutar cada bocado.

¿Has escuchado alguna vez, que los niños escuchan e imitan lo que sus padres hacen?

La forma en que nosotros, como padres, manejamos nuestras emociones, enfrentamos las dificultades y vivimos en gratitud será el espejo en el que nuestros hijos se miren. Por eso, es fundamental que cultivemos la gratitud en nuestra vida diaria, no solo por nosotros, sino por el bienestar de nuestros hijos.

Aquí te cuento cómo he aprendido a vivir así y cómo, paso a paso, he querido transmitirle esta filosofía a mi pequeño de cinco años. No es una fórmula mágica, porque hay días en que el sol no sale y las nubes son grises, días en los que mis ojos derraman lluvia. Pero mi fe y mi deseo de hacer sonreír siempre a Dios me ayudan a levantarme y ver el arcoíris de la vida:

  • Ser ejemplo y reconocer las bendiciones.

Una de las formas en que la gratitud ayuda a enfrentar desafíos, es cuando reconocemos y valoramos la vida que tenemos y las cosas que obtenemos de ella. Si demostramos ese agradecimiento como adultos que somos, al momento de comer, agradecemos los alimentos, las manos que lo prepararon para nosotros, enseñamos con el ejemplo de que nada debemos dar por sentado.

  • Fomentar una nueva mentalidad.

La gratitud va ligada a una mentalidad de crecimiento, de superación, de que siempre aprendemos algo de todo lo que nos sucede. Esta ultima frase, se la repito a mi pequeño cada vez que pierde un juego, y llega frustrado y con ira; le repito “La practica y la constancia hacen al maestro”

Considero que perder para ellos es muy bueno, les abre la mentalidad de querer intentarlo cada vez más. Las dificultades les ayudan a desarrollar resiliencia y una mejor actitud a las cosas negativas que suceden.

Cuando pase algo, pregúntale “¿Qué te ha enseñado esta situación? ¿Cómo puedes mejorar la próxima vez?” De esta manera, le estás enseñando a ver los problemas como oportunidades para crecer.

  • Enseñarles otras perspectivas.

Para algunos niños, especialmente los pequeños entender las emociones no es fácil, debemos conversar con ellos, transmitirles que hay personas que no tienen las mismas oportunidades, no es asustarlos, es llevarlos a entender que no todos tienen las mismas ventajas, y esto les ayudara a ser compasivos con los demás y agradecidos por sus propios privilegios.

Cuando nuestros pequeños aprenden apreciar y a expresar gratitud a los demás, desarrollan una mejor empatía y comprensión con las personas a su alrededor. Enseñarlos a decir “Gracias” de corazón, a dar un abrazo para expresar emociones, estamos ayudando a los futuros jóvenes a construir relaciones saludables, empáticas y respetuosas.

  • Dar las gracias antes de dormir.

Cuando los niños practican la gratitud en dosis mínimas, reducimos la ansiedad y el estrés de lo que esta por venir, porque logramos que se enfoquen en las cosas buenas que suceden en su vida. Antes de dormir, al orar, mencionen las cosas por las que están agradecidos, y mencionen hasta los momentos negativos exaltando lo que se aprendió de ellas.

Puede que te pase como a mi, le menciono 10 buenas, y el me resalta algo malo que le paso, en ese momento le cambio la perspectiva… «Papá te gano el juego, porque te distrajiste; la proxima debes estar mas atento, mañana practicas y cuando papá llegue le pides la revancha, si practicas te vuelves mejor» Algo se que le debe quedar en su mente de manera positiva.

  • Compartir la gratitud. 

Cuando compartimos la gratitud con ellos, transmitimos un ejemplo, no podemos olvidar darles las gracias. Con esto, mostramos que ellos también son importantes y que Papá o mamá me dieron las gracias por algo sencillo, yo también puedo dar las gracias a los demás.

 

Papá y mamá, se que esto no es tan fácil; Sin embargo, la comunicación es la clave para que esto se pueda dar, es bueno enseñarles a que se enfoquen en lo que tienen y no en lo que les falta; así los niños aprenden a ver el vaso medio lleno y no medio vacío.

Me voy por mi café de la mañana, un abrazo y recuerda que ¡Dios siempre esta contigo!

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